Gobernar es el arte de confundir

Hace unos días salió Kicillof en el programa de Novaresio a soltar que «Milei es anarquista». Vamos a darle una clase de historia gratis al amigo de Berni:

Anarquistas fueron los compañeros panaderos, entre los que se encontraba Errico Malatesta, que en 1887 fundaron la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos. Esta sería la primera asociación de resistencia (lo que hoy entenderíamos por Sindicato) del territorio dominado por el Estado argentino. Los sindicatos burocratizados co-gestores del Estado/Capital aparecerán mucho tiempo después, a partir de la década de 1930 en adelante, llegando a su coronación con el sindicalismo peronista inspirado e influenciado por el fascismo italiano y el franquismo español.

Anarquistas eran lxs trabajadores que llegaron de Europa tras combatir al Estado/Capital por aquellos territorios. El Estado argentino que desde 1880 reforzaría su doctrina y carácter liberal, se vio en la necesidad de combatir a estxs rebeldes con «ideas avanzadas» mediante dos leyes expulsivas: La Ley de Residencia, sancionada en 1902, que permitiría deportar a aquellas personas “cuya conducta comprometa la seguridad nacional o perturbe el orden público”, y la Ley de Defensa Social, sancionada en 1910 luego de un bombazo en el Teatro Colón, el cual se encontraba reservado para la élite. Estas dos leyes estaban específicamente destinadas a anarquistas y trabajadores radicalizados.

Anarquistas eran los obreros de los talleres Vasena buscando refugio de los disparos de la policía y el ejército durante la semana de enero de 1919, mientras Perón, siendo un joven oficial, administraba el almacén de municiones sobre la calle Cochabamba al 3000 (Barrio de San Cristóbal, Buenos Aires).

Anarquistas eran Miguel Arcángel Roscigna, Fernando Malvicini y Andrés Vázquez Paredes, fondeados en el Río de la Plata por el comisario Fernández Bazán. Este sujeto en cuestión fue ascendido por Perón a Subjefe de la Policía primero y cónsul de Estocolmo después, reconociéndole sus méritos durante la Década Infame producto del golpe de Estado de 1930 (donde a su vez participó el mismísimo «primer trabajador»).

Anarquistas eran los compañeros que tuvieron que abandonar sus locales obreros a punta de pistola por gracia de las primeras patotas de la CGT, como ocurrió con la biblioteca Emilio Zola en Santa Fe que terminó incendiada.

Anarquistas eran los portuarios de la FORA, detenidos y torturados en 1952 por negarse a un descuento compulsivo de salario para construirle un monumento a Evita. Fueron liberados tras una intensa campaña de agitación desde Chile.

Anarquistas son lxs que acompañan a lxs familiares de víctimas del Servicio Penitenciario Federal y de las fuerzas represivas del Estado que se encargan de asesinar a unx pibx cada 20 horas.

Anarquistas son lxs que acompañaron a las familias de Guernica en su recuperación de tierras que fueron criminalizadas por su prensa obsecuente, violentados por el policía bueno, “Cuervo” Larroque del Ministerio de Desalojo, y reprimidos por el policía malo, Sergio Berni del Ministerio de Inseguridad, mediante más de 4000 mercenarios estatales.

Anarquistas son lxs que levantan bibliotecas, distribuyen periódicos, organizan ollas populares, cranean manifestaciones, tejen alianzas y responden con el fuego que sea necesario para contrarrestar la miseria cotidiana que gestiona la política. Somos quienes intentamos aprender del legado que nos dejaron nuestrxs compañerxs y no claudicamos ante la fraseología romántica del Estado/Capital, accionando en lo cotidiano para ver arder cada uno de sus cimientos y a cada uno de sus cómplices.   

El peronismo reescribe la historia a su conveniencia para no perder el fenómeno místico que tiene, apelando más al sentimentalismo y la iconografía que a la lógica, la razón y los hechos históricos concretos. Lo han demostrado vaciando el contenido internacionalista y revolucionario del 1° de Mayo para transformarlo en fiesta patria, o dibujando a una «Evita abortera». Hoy, su falsificación ideológica los lleva a seguir ocultando las expresiones revolucionarias del pasado, en este caso el anarquismo. 

El peronismo es el mejor movimiento político para gestionar el capitalismo argentino porque logra ajustar con el apoyo popular. Sus militantes más progresistas ponen la vara tan baja que se convierten en furgón de cola de la burguesía peronista y sus asociados, por tanto no solo nunca van a poder cambiar nada, sino que se convierten en activos partícipes de la sumisión a la clase dirigente en general, profundizando la explotación y el extractivismo con mucha retórica romantizadora y resignada. Lo que suelen llamar «poner las patas en el barro», no termina siendo más que la prolongación de la miseria generalizada. Promulgando valores democráticos, paternalistas, capitalistas y pacificadores, logran el consenso necesario para el buen discurrir de la democracia y sus negociados.

Que la militancia obsecuente siga a figuritas como esta (que defendió a Berni tras el desalojo de Guernica, aprobó el «Operativo Centinela», volvió a llenar el conurbano de nuevos patrulleros y es el responsable del “Plan Integral de Seguridad” que anuncia la construcción de 12 nuevas cárceles) y repita las mismas consignas que dicen para «no sacar los pies del plato» porque sino «se viene la derecha» es la única evidencia necesaria. Recordemos: un/a peronista que te manda a leer sobre historia, es una persona que se está pegando un balazo en el pie.

Para quienes tengan dudas sobre las diferencias entre el anarquismo y el liberalismo, invitamos a recordar los procesos revolucionarios en los que participaron ambas corrientes. El liberalismo venció a la realeza parasitaria e instaló en su lugar al Estado/Capital y el reino de la mercancía, y siempre se preocupó por defender dichas instituciones y relaciones sociales. En cambio, les anarquistas participaron en la Comuna de París de 1871, en la revolución Rusa (principalmente en Ucrania con el Ejército Negro y la Revuelta Krondstadt aplastada por Lenin y Trotsky), en el Bienio Rojo italiano de 1919, en Latinoamérica a comienzos de 1900 llegando desde la devastada Europa, en la Comuna de Shinmin en 1929, en la España revolucionaria de 1936, y tantos otros procesos más. Siempre tuvieron algo en claro: promover y contagiar relaciones sociales basadas en el apoyo mutuo, la comunización de la vida y el enfrentamiento contra el Estado/Capital en todas sus variantes. Por eso molestan y por eso, aun al día de hoy, intentan descalificarlxs.

Toda la clase dirigente, aunque se haga la imbécil, sabe la peligrosidad potencial que tienen las ideas y las prácticas anárquicas. El arte de gobernar no solo profundiza la devastación de la tierra, de lo vivo, sino que se encarga cotidianamente de confundir y de suprimir prácticas históricas y actuales que buscaron y buscan transformarlo todo. No solamente tenemos la tarea de escribir nuestra historia. También tenemos la tarea de re-descubrir nuestra historia porque esta siempre la escriben los que ganan. Y, lamentablemente, los que ganan lo siguen haciendo, ya que «ningún burócrata fue colgado de las tripas de ningún capitalista».

3 de febrero de 2021. El gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, participó de la entrega de patrulleros en La Matanza junto al intendente Fernando Espinoza y el ministro de seguridad Sergio Berni.

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