Todo Estado fue, es y será asesino. Sin importar del color que sea. Sin importar qué tanto se esfuercen por relucir su fiesta democrática. Este domingo nos invitan a ella. Una fiesta que edulcora alienación, ajuste, represión estatal y extractivismo.
“Si el policía bueno existiese, no habría más de 8000 mamás con las remeras con las caras de sus hijos”, nos dijo una madre hace un tiempo.
Policía bueno, policía muerto, infancias libres, jóvenes a salvo, vidas a salvo.
¿Cómo vivir de forma tal que la policía no sea necesaria?
¿Qué redes tejer para sacar de nuestras vidas a la policía y sus amos, al Estado y el Capital?
¿Qué sensibilidad desarrollar para impedir que la cultura represiva nos habite?
Abandonar la idea de paz es la única paz verdadera.
No hay nada más violento que el pacifismo enraizado en el cuerpo de la pulcra ciudadanía.
No hay nada más violento que la pulcritud policial que se hace carne en el periodismo.
No hay nada más violento que la paz democrática del cemento muerto que día tras día anula la vida.
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